Me gustaría contarte porque no debes obligar a un niño a comer poniéndote un ejemplo en ti.
Imagina por un momento, que viajas a un país exótico por razones laborales, en el que hay comida que no has visto jamás, quizá un tajín de Marruecos, un biryani de la India o una enchilada picante de México, y que te ponen para comer no un platito pequeño, sino una olla entera de un plato que no has probado nunca. No te gusta el sabor, no te gusta la textura, no te gusta el olor, y sin embargo “tienes” que comerte todo o sino, no te dejan volver a casa con tu familia, o quizá, si no te lo comes todo, te despedirá tu jefe. ¿Cómo te sentirías? ¿Te gustaría volver a comer ese plato?
Quizá te parezca que mi ejemplo es exagerado, pero es en esta línea en la que estamos obligando a los niños a comer. Muchas veces se utiliza el miedo para obligar a un niño a comer, “o te comes todo, o irás al cuarto oscuro”. Otras, los castigos, “o te comes todo, o no irás al parque”. Y en otras ocasiones, utilizamos los premios para motivarles, “cómete las verduras y así podrás tomar natillas”.
No conozco a ningún adulto al que le gusten todas las comidas, siempre hay alguna que por la razón que sea, no le hace gracia. Y tampoco considero que todos los adultos coman las mismas cantidades ni de la misma forma. Hay adultos que necesitan comer muchas veces al día, en pequeñas cantidades. Otros que con comer 2 o 3 veces al día tienen suficiente. Algunos son muy carnívoros y otros vegetarianos. En los adultos hay una gran diversidad de estilos, gustos, cantidades y costumbres a la hora de comer. ¿Y en los niños? ¿Les dejamos decidir qué cantidad de comida es la que necesitan ellos? ¿Les permitimos descubrir a qué hora tienen más hambre?
La mayoría de expertos, pediatras como Carlos González, psicopedagogos y pisólogos infantiles coinciden en que obligar a un niño a comer no hará que mejore la situación. Existen otras formas de motivar a un niño para que coma como dejarle elegir qué plato comer dentro de una dieta sana, qué explore con la comida, permitirle que aprenda a reconocer cuando tiene hambre o cuando está lleno, implicarle en el proceso de cocinar los alimentos, mantener conversaciones agradables y sobre otros temas durante las comidas o transmitirle el disfrute de la comida en familia, mostrando platos diferentes, muchas veces repetidas.
Si este es uno de tus retos diarios y quieres encontrar otras soluciones para afrontar el momento de las comidas que no sean obligar a un niño a comer, te animo a que te apuntes al taller intensivo de disciplina positiva que tenemos el próximo 5 de noviembre, de 10 a 14 horas.
Porque a veces, compartir con otros padres nuestras preocupaciones nos ayuda a encontrar nuevas soluciones. Porque ser madre (o padre) es mucho más.
0 Comments