Mala madre

malas madres

Por alguna extraña razón, cuando eres madre, parece que estés deseando recibir opiniones porque todo el mundo opina sobre cómo haces las cosas, y en muchas ocasiones, según los demás, eres una mala madre. Eres mala madre si no das el pecho o si lo das hasta los tres años; eres madre si duermes con tu hijo o si lo dejas en otro cuarto; eres mala madre si le llevas a la guardería, o si no lo llevas; eres mala madre si compras potitos ya hechos o no compras fruta.

Cuando nos hacen comentarios sobre la forma en la que hacemos las cosas, nos sentimos juzgadas como madres, y las dudas nos asaltan, ¿lo estaré haciendo bien? ¿soy una mala madre?

Hay mil formas de educar y mil formas de hacer las cosas con los hijos, pero en temas tan polémicos como la maternidad, parece que si alguien hace las cosas diferente a nosotros es que las están haciendo mal, o se está equivocando. Porque parece que las dos opciones no pueden estar bien, parece que siempre tengamos que elegir blanco o negro.

Pocas veces nos planteamos que quizá hayan llegado a esa solución en función de las circunstancias de esa familia y de las necesidades del niño o niña. Ser madres es una experiencia maravillosa pero también es muy exigente, y a veces no podemos con todas las guerras. Así que en función de nuestras vivencias y nuestros valores, cada uno damos importancia a unas cosas. Y no es que el resto de opciones estén mal o equivocados, es que para nosotros, a día de hoy, esa es la mejor opción.

Pero el juicio que más daño nos hace es el juicio a nosotras mismas. Cuando a veces las emociones se nos apoderan, y en un momento de ira nos pasamos de la ralla, o cuando estamos exhaustas, y no podemos jugar más, entonces las más duras somos nosotras con nosotras mismas, entonces es cuando nos sentimos como un gusano y pensamos, aunque sea por unos instantes, que somos unas malas madres.

Yo siento que soy una mala madre por lo menos diez veces al día, a veces soy muy blandita, a veces me paso de dura, a veces compro comida preparada, a veces me despisto mirando el móvil,  a veces no corro al primer llanto, a veces, y sólo a veces, necesito un descanso, necesito un poquito de autocuidado. Y estoy convencida de que la misma sensación la tienen otras muchas mamás. Así que desde aquí, invito a todas a hacer un esfuerzo por opinar menos sobre cómo hacen las cosas las demás, por juzgar menos a las demás mamás y a nosotras mismas. Porque todas hacemos lo mejor que podemos en base a nuestras circunstancias y experiencias. Porque desde el apoyo y la comprensión, podremos ayudarnos más. Porque todas somos mamás. Porque ser madre es mucho más.

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