A veces me vuelvo loca con las mil tareas del día, con las cosas pendientes, con las listas interminables de “tengo que” que se acumulan en mi cuaderno de notas y en mi cabeza: tengo que ir a hacer la compra, tengo que ir a comprar un regalo, tengo que llamar a una amiga, tengo que ir a visitar a mi abuela, tengo que ordenar el trastero, tengo que hacer más deporte, tengo que leer más, tengo qué, tengo qué…
Cuando soy consciente de que los mil tengos qué me están volviendo loca y me están estrenando, paro y une pregunto, de todo lo que tengo qué, ¿qué es realmente lo importante?
Cuando eres madre trabajadora tienes la sensación de pasarte el día corriendo, desde el punto de la mañana hasta la noche. Tanto en el trabajo como en tu vida personal y familiar, siempre estás corriendo para llegar a todo.
Y a veces, en este correr, me olvido de lo importante, de lo qué realmente es importante, y me obsesiono con hacer mil cosas, con apagar mil fuegos, tanto a nivel profesional como a nivel personal. Y llego a la cama agotada, físicamente pero también mentalmente, de todo el esfuerzo del día, pendiente de tantas cosas y centrada en hacer en vez de en sentir.
Sin embargo, a veces, cuando consigo parar y recordar qué es lo importante, dejo de hacer cosas y simplemente me centro en una, en lo importante para mí, y aunque mañana no haya leche para desayunar, o no haya terminado el articulo que tenía que entregar hoy, ahora y en este preciso momento lo más importante para mí es disfrutar de los abrazos de mis peques, de sus besos, de contarles un cuento, de achucharles, y de quedarme con ese momento del día. Y mañana, ya volveré a correr para hacer todas las tareas pendientes. Porque ser madre es mucho más.
0 Comments