2018 llega a su fin y 2019 está a punto de comenzar, otro año más, otra gran oportunidad para hacer que sea un feliz 2019.
2018 ha sido un año lleno de aprendizajes, un año de poner en su lugar, de aceptar, de encajar las piezas del puzzle y de poner en valor el trabajo más maravilloso del mundo, ser madre.
A veces las prisas del día a día, la rutina, los pequeños conflictos, no nos dejan ver la grandeza de lo que estamos haciendo. A veces nos dejamos arrastrar por las emociones y dejamos de ser conscientes de que estamos educando a los adultos de mañana.
Este año me he dedicado a ser madre principalmente, he ocupado muchas horas en estar con mis hijos, y sin embargo, no ha sido hasta el final del año cuando me he dado cuenta de que todos esos pequeños detalles del día a día estaban calando. Cosas tan sencillas como pedir que hagan algo por favor, darles un beso, acompañarles en sus frustraciones, validar sus emociones, contarles cuentos con grandes valores, disfrutar, jugar como una niña, quererles y creer en ellos.
Ser mamá o papá, educar, es una tarea titánica, que aporta un valor increíble a la sociedad del mañana.
Para 2019, volveré a proponerme lo mismo, convertirme en el ejemplo de lo que me gustaría que mis hijos aprendieran, y enseñarles cómo ser felices en mí, haciendo yo aquello que me hace feliz, haciendo que sea un feliz 2019.
¡Feliz 2019!
Porque ser madre es mucho más. Porque ser padres es mucho más
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